Por suerte, para compensar esos mensajes negativos que a veces se nos escapan (y los que recibirá sin duda de otras personas) disponemos del elogio, una poderosa herramienta educativa para que el niño sepa quererse a sí mismo, se considere un ser valioso y pueda convertirse en una persona segura y autosuficiente. Para recibir afecto los niños procuran complacer a sus padres. Y así, a través de los elogios paternos (una sonrisa, un comentario...), sienten que son queridos y que se está orgulloso de ellos.
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