Si antes de ser padre alguien me hubiera hablado de gimnasios para bebés me habría quedado sorprendido imaginándome pesas y aparatos para fortalecer los músculos de los bebés. Luego al ser padre aprendí que no eran exactamente eso, sino unas mantitas acolchadas con un par de arcos cruzando a cada lado y cosas colgando de ellos.
Esas cosas que cuelgan son muñecos, sonajeros o espejos, todos ellos llenos de colores, con texturas diversas y con diferentes sonidos al ser apretados o tocados.
El objetivo es que se lo pasen bien un rato, que estén entretenidos y estimulados con todos esos colores, con esas formas que cuelgan y con la interacción que se produce al manipularlos. Sin embargo, suele suceder que cuando más parece que entienden cómo funciona es cuando tienen que empezar a dejarlo, porque cuando los bebés cumplen seis meses se recomienda que los gimnasios vayan desapareciendo.
No hay una fecha fija, pero…
No es que haya que hacerlo justamente el día que cumplen 6 meses porque no es que de repente, de un día para otro, los gimnasios se conviertan en un elemento peligroso o nocivo para los bebés. Si le gusta mucho, mucho, pues oye, que juegue un tiempo más con él, que disfrute de esos juegos que hace meses no entendía y ahora le hacen tanta gracia.
Los gimnasios son un límite para la evolución del aparato psicomotor
Sin embargo, si pasa mucho rato jugando tumbado boca arriba pasará muy pocos ratos jugando boca abajo y, para que los movimientos de los niños fluyan, tienen que ser capaces de ir adoptando diferentes posiciones.
Por poner un ejemplo, hacia los 4-5 meses muchos niños ya son capaces de ponerse boca abajo. Algunas veces se les queda un brazo ahí en medio, que no les deja acabar de coger la posición completa, pero otras lo hacen a las mil maravillas. Esto quiere decir que empiezan a estar preparado para jugar en esa posición.
Si a los 6 meses juega aún con un gimnasio no hay demasiado problema tampoco, pero es mejor no dejar que siga usándolo en meses posteriores, para promover el juego en decúbito prono (boca abajo). Ya no tienen que jugar con cosas que cuelgan, sino jugar con las cosas que están alrededor.
Promoviendo su autonomía
Tumbamos al bebé en el suelo o en una mantita y cuando vea que no tiene nada colgando girará la cabeza buscando algo que coger o con lo que jugará. Ese será el primer paso para girar el cuerpo y ahí aparecerá el primer deseo de llegar a las cosas, de tratar de cogerlas.
En ese momento empezará a pensar cómo hacer para alcanzarlas, para desplazarse hasta ellas y esta es la manera en que se inicia lo que yo llamo el pregateo, también conocido como “arrastrarse” como los soldados, que luego evolucionará, cuando tenga más fuerza y equilibrio, hasta el gateo que todos conocemos, con los brazos rectos y el culete arriba.
Foto | Janetmck en Flickr
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