Muchos padres pensamos que lo mas importante en la comunicación es proporcionar información a sus hijos. Decirles que coman las verduras y llevarlos de la mano son expresiones de amor y cuidado.
La comunicación tiene una función mas importante; es un puente de doble vía que conecta los sentimientos de padres e hijos.
La comunicación saludable es crucial para ayudar a los niños a desarrollar una personalidad saludable y buenas relaciones con los padres y los demás. Le da al niño la oportunidad de ser feliz, seguro y sano en cualquier circunstancia.
La comunicación saludable ayuda a su niño a:
- Sentirse cuidado y amado.
- Sentir que él es importante para usted.
- Sentirse seguro y no aislado en sus problemas.
- Aprender a decirle a usted lo que siente y necesita directamente en palabras.
- Aprender a manejar sus sentimientos con cuidado para no actuar sin meditar o sobreactuar.
- Hablarle abiertamente a usted en el futuro.
¿Para qué ayuda a los padres?
- Para sentirse cercano a su hijo.
- Conocer las necesidades de su hijo.
- Saber que usted cuenta con herramientas para ayudar a su hijo a crecer.
- Manejar su propia frustración y estrés.
Cuando existe la comunicación en una familia, seguramente se puede afirmar que existe un compañerismo, una complicidad, y un ambiente de unión y afecto en la casa. Habrá sobretodo un respeto mutuo y unos valores más asentados. Sin embargo, crear este clima de comunicación en la familia, no es así una tarea tan fácil. Hay que ayudar a los hijos con prácticas, es decir, que los padres introduzcan mecanismos que faciliten la comunicación.
Consejos para mejorar la comunicación entre padres e hijos
- Al dar una información, busca que siempre sea de una forma positiva.
- Obedecer a la regla de que "todo lo que se dice, se cumple".
- Ponernos en el lugar del otro.
- Dar mensajes consistentes y no contradictorias.
- Escuchar con atención e interés.
- Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
- Pedir el parecer y la opinión a los demás.
- Expresar y compartir sentimientos.
- Ser claros a la hora de pedir algo.
Existe una tipología de padres basada en las respuestas que ofrecen a sus hijos y que derivan en las llamadas conversaciones cerradas, aquellas en las que no hay lugar para la expresión de sentimientos o, de haberla, éstos se niegan o infravaloran.
Los padres autoritarios
Temen perder el control de la situación y utilizan órdenes, gritos o amenazas para obligar al niño a hacer algo. Tienen muy poco en cuenta las necesidades del niño.
Los padres que hacen sentir culpa
Padres interesados (consciente o inconscientemente) en que su hijo sepa que ellos son más listos y con más experiencia, estos padres utilizan el lenguaje en negativo, infravalorando las acciones o las actitudes de sus hijos. Comentarios del tipo "no corras, que te caerás", "ves, ya te lo decía yo, que esa torre del mecano era demasiado alta y se caería" o, "eres un desordenado incorregible". Son frases aparentemente neutras que todos los padres usamos alguna vez.
Los padres que quitan importancia a las cosas
Es fácil caer en el hábito de restar importancia a los problemas de nuestros hijos sobre todo si realmente pensamos que sus problemas son poca cosa en comparación a los nuestros. Comentarios del tipo "¡bah, no te preocupes, seguro que mañana volvéis a ser amigas!", "no será para tanto, seguro que apruebas, llevas preparándote toda la semana", pretenden tranquilizar inmediatamente a un niño o a un joven en medio de un conflicto. Pero el resultado es un rechazo casi inmediato hacia el adulto que se percibe como poco o nada receptivo a escuchar.
Los padres que dan conferencias
La palabra más usada por los padres en situaciones de "conferencia o de sermón" es: deberías. Son las típicas respuestas que pretenden enseñar al hijo en base a nuestra propia experiencia, desdeñando su caminar diario y sus caídas.
Por último, hay que mencionar la cantidad de situaciones en las que la comunicación es sinónimo de silencio (aunque parezca paradójico). En la vida de un hijo, como en la de cualquier persona, hay ocasiones en que la relación más adecuada pasa por la compañía, por el apoyo silencioso. Ante un sermón del padre es preferible, a veces, una palmada en la espalda cargada de complicidad y de afecto, una actitud que demuestre disponibilidad y a la vez respeto por el dolor o sentimiento negativo que siente el otro.
Fuente: Ministerio de Educación y Cultura-España
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